San Miguel de Salinas nace en la segunda década del siglo XVIII, aunque hay testimonio arqueológico sobre pobladores íberos que ya se establecieron en el Cabezo de la Mina en el II milenio antes de Cristo. También existe huella de asentamientos romanos y árabes.
Tras la reconquista cristiana, siguió una repoblación dispersa en casas de campo que, alejadas de la capital oriolana, dificultaban la asistencia espiritual a los fieles. Por eso, en el año 1600, con limosnas de los vecinos, se construyó una ermita, demolida en 1689 por su mal estado, que fue el origen del actual templo, concluido en 1719.
Dicho poblamiento sufrió altibajos, especialmente en el XVII: expulsión de moriscos, epidemias de peste y piratería fueron las causas principales. Superadas tales dificultades en los inicios del XVIII, y debido al aumento de población y a la necesidad de ampliar tierras de cultivo, el clero secular oriolano decidió establecer un asentamiento alrededor de la que hoy es la iglesia de San Miguel de Salinas.
La iniciativa fue del presbítero José Marín. En 1723 consiguió que la ermita se constituyese en parroquia. Asimismo, en 1726 adquirió para la parroquia una «herencia del alma», otorgada por Nicolás Tasca a la Diócesis de Orihuela, consistente en dos trozos de tierra: el Pozo de Tasca, donde se encontraba la iglesia, y la Cañada de Barajas. Fue en el primero donde se edificaron en 1724 la tres primeras viviendas que darían origen a «El Lugar Nuevo de la Parroquia de San Miguel Arcángel». En 1727 se construyeron otras ocho, firmándose los contratos de alquiler perpetuo (enfiteusis) de las 11 viviendas levantadas alrededor de la iglesia, disposición que todavía se conserva rodeando la Plaza de la Libertad (el Paseo).
La Iglesia: Origen de San Miguel de Salinas