[ P R E S I Ó N S O C I A L ]
Hemos hecho de la felicidad una industria.
La vendemos como producto a una sociedad demandante de ella.
Incluimos la palabra e imágenes asociadas a ella en discursos políticos, comerciales, sociales y económicos.
Vendemos alcohol, tratamientos, experiencias y objetos de consumo de todo tipo, con la idea de alcanzarla a través de su uso.
Sentimos urgencia por ser felices. Presión hacia el “éxito” social, laboral y familiar.
Y, demasiado a menudo, la búsqueda de la felicidad no solo no da lo que promete, sino que genera resultados paradójicos e inconvenientes.
Beber alcohol para olvidar, por ansiedad o tristeza; estimularte con cualquier cosa para aumentar tu energía y tu nivel de competitividad, conduce a peores consecuencias que manejar el estado de apatía que tengas o perder el ritmo de fiesta.
[ A U T O E S T I M A ]
¿Qué ocurriría si sintieras que está bien ser tal y como eres en este momento?
Libérate de la presión de ser algo que no eres. Esta es una forma radical de autoaceptación y un ingrediente clave para la autoestima.
Puede que la felicidad sea la meta más importante a la que debamos aspirar.
Pero la búsqueda de nuestros sueños no debería dejarnos en el agotamiento, la irritación y el desánimo, sino lle@os de energía y de amor por nosotr@s mism@s.
Para ello, podemos aprender a tratar con cuidado y respeto nuestros estados emocionales.
Al mal tiempo hay que ponerle lágrimas o tristeza. Y, al bueno, sonrisas y alegría.
Saber gestionar nuestras emociones no es esconderlas ni suprimirlas, es reconocerlas y manejarlas con sentido.
Libérate de cualquier expectativa por dejar de ser quien eres. Y de cualquier juicio o crítica sobre ti mism@.
La autoaceptación te acerca a la satisfacción vital, y esta es parte de la esencia de la felicidad.